Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

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Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 3 de mayo de 2013

Los plátanos montevideanos

Los Montevideanos nos quejamos de la pelusa del plátano durante la primavera y nos acordamos de la madre del que los plantó. ¿Y en otoño qué?

¿Dónde está enterrado el que plantó plátanos en Montevideo?


No debe haber árbol más amado y odiado que el plátano. La pelusa maldita de las pelotitas enrojece los ojos de los vecinos y es la muletilla de las conversaciones durante la primavera. El resto del año el arbolito es un encanto, especialmente en otoño.

Nuestra principal avenida está sombreada con plátanos. En la dictadura los cortaron y su ausencia  fue uno de los tantos vacíos que sintieron los exiliados al volver. Por suerte por los años noventa la intendencia los volvió a plantar.

La calle más larga de la ciudad también está protegida por plátanos en la mayor parte de su trayecto, viajar por Rivera desde 18 de julio hasta Carrasco bajo la bóveda verde, roja y amarilla es un placer. También lo es cuando aprieta el sol en pleno verano y el frescor de los distintos tonos de verde alivian el calor.

Son plátanos gigantescos los que denuncian que debajo del manto de cemento ciudadano circulaba un arroyo, mostrando como el agua puede hacer crecer 2 o 3 veces más a un árbol que a otro que está a cien metros y que no tiene ningún arroyito escondido que lo riegue. Un ejemplo de estos gigantes lo pueden ver en Durazno y Yaro, frente al viejo club Mar de Fondo y a la pensión donde vivía el maestro Eduardo Mateo. Este supo ilustrar con su hermosa canción "Siestas del Mar de Fondo" la brisa de las hojas de plátano, en una tranquila tarde de siesta, con el chusmetear de las vecinas detrás del visillo, en pleno verano.

De mi infancia recuerdo el túnel interminable y sombrío que provocaban los plátanos de la angosta y hormigonada Av. Pedro de Mendoza, cuando íbamos los domingos a la bodega de mi abuela, en la zona rural de Montevideo. Soñé varias veces con ese túnel vegetal sin salida.

En la escuela, el otoño no empezaba hasta que la maestra mandaba de deberes traer y dibujar  una hoja de plátano.  Quién no recuerda ir caminando con la túnica por las veredas grises, pateando el colchón de hojas que se formaba en el medio, disfrutando de una espontánea rueda-rueda amarronada y en espiral que formaban los vientos, mientras saludábamos a la vecina, que apoyada con sus dos manos en la escoba comenzaba la quema de hojas junto al cordón, con su humito y aroma inconfundible por las mañanas.

Los ejemplares más viejos del país se encuentran en el Parque Tomkinson en el Paso de la Arena, tienen como ciento cincuenta años. Hay uno en el medio del parque que nunca fue podado, por lo que generó una cúpula esférica perfecta, gigantesca y maravillosa. En esta época sus hojas tapizan el suelo con una espesa alfombra multicolor que es una maravilla.

Buceando en internet, encontré una posible respuesta sobre el destino del que plantó los plátanos, un lugar adonde cada uno según su parecer vaya a homenajear al plantador o a hacer lo que mejor le parezca. 

- ¿Dónde está enterrado el que plantó los plátanos?
 -“No está enterrado, vuela en el aire”

SIESTA DE MAR DE FONDO
….
De par en par el cielo tarde la siesta
que se recuesta por la vereda
pájaros de pretil brisa de las hojas
fin del febrero danzando sombras

Escuchen lo que pasó
los otros días la vecina de enfrente
tuvo una nena, todos decían que cosa bella

Bla bla bla bla
ble ble ble ble
….
Escuchen lo que pasó:
pasó un negro con su negra
Durazno y Yaro
subiendo iban, iban la cuesta, charlando algo

Bla bla bla bla
ble ble ble ble
…….
Escuchen lo que pasó:
pasó que no pasó nada, toda la calle
todita duerme, se quedó muda, esta solitaria


Eduardo Mateo



Si quiere escuchar el tema “Siestas de Mar de Fondo” por Jaime y Estela Magnone: http://www.youtube.com/watch?v=_8mh98ZegS8
Si quiere leer el artículo entero   “El alma irritante de Montevideo”: http://adioslevrero.blogspot.com/2008/10/el-alma-irritante-de-montevideo.html

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