Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

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Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 10 de abril de 2015

100 años de la federación de pelota al cesto


En estos días cumple 100 años la federación de basquetbol más vieja del mundo. Nos emociona y nos trae toda una vida de recuerdos junto a la pelotita naranja.

"Pelota al cesto", así le decía mi padre, así se llamaba el deporte que el jugó en la cancha abierta de tosca del club Chaná de Salto.

Así empezó todo, desfondando un cesto, una papelera, para poder tirar con una pelota.

Uruguay, como en tantas cosas fue pionero y ganador. 2 medallas de bronce olímpicas, más de 10 sudamericanos, un 2o puesto panamericano, goleadores mundiales, olímpicos y varios títulos más.

 El basquetbol es un deporte barrial, en un país que no deja de ser una gran familia donde todos nos conocemos. ¿Quién no tiene en el barrio a alguna vieja gloria del basquetbol? Casi todos lo hemos jugado alguna vez, y quien no disfrutó sus 10 minutos de fama, su salida en el diario de la noche, su fulanito punto y coma.

En el básquetbol compartimos las mayores derrotas y triunfos de nuestras vidas. De chiquitos aprendimos a frustrarnos y a pelear un segundo más para tratar de lograr la hazaña; a llorar en equipo, sentados en el frío suelo de un vestuario. También aprendimos a quedar satisfechos y en paz en medio del barullo ensordecedor de la tribuna que invade la cancha luego de un ascenso que parecía inalcanzable.

El básquetbol es lo que vemos en la tele pero sobre todo una cantidad de gente trabajando anónimamente para mejorar la calidad de vida de la juventud, para mantener las redes comunitarias  de las familias y el barrio.

En estos cien años, van algunos recuerdos a todos estos familiares:
  • Al que fue mascotita del club, luego jugador, capitán, técnico y dirigente. Siempre del mismo club y siempre honorario.
  • Al que fue delegado, técnico, canchero, cobrador y alma mater del club.
  • Al canchero quejoso que no larga las pelotas ni las camisetas y gracias al cual el club tiene algunas pelotas y algunas camisetas.
  • A los equipiers que terminan siendo el alma del equipo. Pasan los años, los técnicos, los dirigentes, los jugadores y el equipier queda.
  • Al poeta del barrio que en un partido picado gritó re-caliente: ¡arbitro injusto!, despertando las carcajadas y puteadas de sus compañeros de la barra.
  • Al equipier de un club de fútbol que se fusionó con uno de basquetbol, cuando terminó el primer partido en el nuevo deporte encerró a todo el mundo adentro del vestuario y los amenazó: Acá no se va nadie hasta que no aparezcan las camisetas que faltan: la 1, la 2 y la 3.
  • Al relator que pintó aquel doble inolvidable en la hora: ¡con un doble ritmo que arrancó en la mitad de la cancha, la depositó cual gacela encima del aro!
  • Al juez que paró el partido y pidió a las fuerzas del orden que sacaran al señor de azul que está insultando, y el señor de azul era su hijo.
  • Al canchero  ladrador que le pidió el carné de socio al goleador olímpico y no le dió una pelota para tirar al aro, en un mediodía al rayo del sol de la vieja cancha del club más viejo.
  • Al juez que hizo justicia en el partido que nos estaba afanando su colega bayano, no pitó una zona alevosa diciendo siga-siga. Esa pelota al final del partido nos permitió salir campeones de nuestro triunfo  internacional más querido.
  • A los crack, a los "crack que no llegaron" y a los hermanos de los crack que eran mejores que el crack pero...
  • A los que pintaban lindo y se los llevó la noche.
  • A los que eran espantosos y se mataron entrenando, llegaron y nos sorprendieron. 
  • Al juez de formativas que para el juego y habla al nuevo jugador educandolo. 
  • Al juez de veteranos que para el juego y habla al viejo jugador recordandole que es un juego. 
  • Al loco del club que iba a buscar cigarros a la esquina y quien sabe donde andará.
  • Al goleador rival que en sus últimos años supimos anular con nuestros vigorosos 20 años y que cuando nos descansamos nos arruinó toda la noche.
  • Al veterano héroe del club que le dice al botija recién ascendido al primero: "vos corré que yo agarro el rebote y te la boleo abajo del aro".
  • Al gran capitán que hoy día sigue siendo "mi capitán".
  • Al loco del club que aplaudía y retumbaba todo. Cuando los contrarios tiraban un libre cerraba los ojos, hacía gancho con los dedos y pegaba un grito agudo insoportable yyyyyyyyyyyerrra!
  • Al medallista olímpico que humildemente se tomó una en la cantina, escuchó y nos dió pa`lante. Nosotros ignorábamos quien era y después nos contaron que era una gloria viviente.
  • Al goleador, al que todos admiramos y cuando tirábamos en la doma gritabamos su nombre como si fueramos un relator radial.
  • A todos los que alguna vez alcanzaron la pelota al goleador para que tirara sus mil tiros diarios.
  • A las mujeres que valientemente se pusieron los pantalones cortos, los championes altos y nos disputaron los siempre escasos horarios de la cancha.
  • Al hincha que prometió un asado si el equipo ganaba luego de 5 derrotas al hilo y termino pagando 3 asados seguidos.
  • A las panzas que tienen vida propia y reaparecen cada vez que dejamos de jugar.
  • A todos los dirigentes que van a calentarse la cabeza y a perder plata por amor a la institución. Por que al basquetbol nadie va para enriquecerse. 
  • Al neutral que no le tembló el pulso a la hora de erradicar la violencia con una fuerte sanción que no se ve en otros deportes.
  • Al viejo contador oral de las historias del club, que en la cantina se encargaba de divulgar y mantener viva la identidad de la familia que es un club de básquetbol.
  • A mis amigos veteranos de basquetbol que con casi tantos años como la federación, dejan el bastón y los dolores al costado de la cancha y siguen entrando a jugar.
Salute a toda mi famila del basquetbol.

¡Vamos a la cancha, por 100 años más!

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Comentarios

Daniel querido y sensible,tus relatos no dejan de emocionarme. Si algún dia me ves decime cual sos vos,pues mis años y mi cantidad de recuerdos de caras y nombres en la cabeza me entreveran los tantos
Raul Ebers Mera