Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo
Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 24 de mayo de 2013

Buen día Montevideo.


Nada mejor que desayunar con una sonrisa y un efusivo “buen día”. El saludo a la jornada que comienza, los deseos, las esperanzas y la alegría de estar vivos, resumidos en esas dos palabritas mágicas. 

Hoy puede ser un gran día

Con un ¡Buongiorno per la matina! nos recibía mi abuela, hija de tanos, mientras preparaba su mate dulce en un vasito. Y nos miraba con un esbozo de sonrisa cuando nos íbamos temprano a estudiar, esperanzada de que a nosotros nos toque una vida menos sufrida de la que le tocó a ella, mujer, en la cultura machista del campo.

Buen día vecina decía la letra de un cuplé de la feria que escribimos para la Murga La Gran Pamaity por el 2001. Y cada vez que la cantábamos, nuestra amiga alemana Ursula, se reía. Le encantaba ir a la feria del barrio. Guten Tag nos dijo el puestero de la feria orgánica de Berlín, cuando la fuimos a visitar luego de que se volviera a su tierra natal. Guten Tag no tenía el mismo sabor pero sí incluía la misma vocación de servicio y una sonrisa.

La feria matinal es una fuente de buenos días fundamental. Al “buen día vecina” se suma un “que va a llevar”, “puede probar joven”, “como andás mi amor” con que el pícaro y atrevido feriante galantea a sus clientas.  La veterana se va feliz para su casa, con el carrito lleno de aromas, sabores, colores y piropos recién cosechados.

Hace años en el edificio del Cordón de la OSE el día no empezaba hasta que pasaba el veterano diariero por los pasillos con su pregón matinal: “Buendiiiiiiaaaa”. Estuvo más de 50 años vendiendo sus noticias y de yapa, te brindaba su buena onda.

“Me gusta trabajar contigo porque vos nos saludás todos los días y preguntas por los hijos y la familia”, me dijo una vez un “usuario” de un sistema que estaba instalando en un cliente. Con el  nuevo sistema, el hombre tenía que trabajar doble, ya que al principio debía entrar la información en el nuevo y en el viejo sistema. Lo hacía con gusto y fue un aliado fundamental para sostener el cambio.  El gerente y el jefe pasaban de largo, no lo saludaban.

Con un “Bom día y ate amanha”, termina su reporte diario el corresponsal de la radio desde Río de Janeiro. Con ese acento carioca nos traslada a Brasil y nos acerca a la Garota de Ipanema.

Robin Williams levantaba a la tropa con un Good Morning Vietnam, tratando de darles ánimo para que vayan a morir con mejor onda por una causa incomprensible.

En un inglés bien rústico, el Canario, de tierra adentro, saludaba con un GuMorni a la abuela inglesa de su amigo Coates cuando entraba en su casa temprano para estudiar.

No me quiero olvidar y aprovecho la oportunidad que me da este medio de comunicación, para enviar un saludo a los obreros del volante que tiran buena onda. Al guarda peludo que todos los días en el 141, en la parada del liceo IAVA, recibe a los estudiantes que le llenan el coche con un “muchas gracias” cuando le pagan, y un “qué tenga un buen día” cuando se bajan. Y al guarda de la línea tansmontevideana número 2, del Buceo a Lezica, que en un viejo ómnibus Leyland de Raincoop por los años ochenta y pico, saludaba a todos y les decía alguna chanza. Todo el pasaje se reía, mientras me iba contento por el bulevar Propios como a 200 por hora, con la plataforma de atrás chata de tanta gente que cargaba, en el viaje hacia la casa de mi primera novia en la calle Gioia en Villa Colón, que en italiano quiere decir alegría.

En el barrio, había un viejo venido a menos que paseaba sus perros por la calle Rodó, de bigote para arriba. Si estaría loco que iba regalando un Buenos Días a cada persona con la que se cruzaba. Se le escuchaba de lejos. Siempre te sorprendía, te cambiaba el ánimo. A cambio, solo te robaba una sonrisa. Los niños le producían mucha alegría. Cada vez que pasaba frente al zaguán del jardín de infantes de mis hijos en Rodó y Magallanes, saludaba con su clásico “Buenos Días Araityyyyy”. 

Siempre con la frase "Buenos Días" empieza sus mails mi amigo Alejandro y ya te predispone a una respuesta positiva. Con Buenos Días también encabezaba los mails en el 2002, cuando venía caminando por que no tenía para el boleto y celebrábamos juntos que todavía teníamos trabajo.

Con un sonriente "Buenos Días Oso" me recibe todos los días Stella Maris, llueva, truene o hagan 40 de calor, siempre con buena onda. Entrando a la empresa, Malena nos da un buen saludo y convida con el primer mate, para entrar en calor y recordar diariamente que el trabajo tiene sus placeres.

Un Buen día enorme me despertó hoy a las 4 de la madrugada y me desveló. Hasta que no escribí estas ideas en una cantidad de tickets del super y el cajero automático que encontré en la mesa de luz, no me dejó volver a dormir. Ahora las ordeno en esta crónica. Mereció la alegría el desvele.

Si el Buen Día te lo da cantando Joan Manuel Serrat y la sonrisa sexy de Ana Belén, mucho mejor. 
Duro con él.

Hoy puede ser un gran día,
plantéatelo así,
aprovecharlo o que pase de largo,
depende en parte de ti.

No consientas que se esfume,
asómate y consume la vida a granel.
Hoy puede ser un gran día,
duro con él.

Hoy puede ser un gran día
donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último
que te toca vivir.

Hoy puede ser un gran día
duro, duro,
duro con él.




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