¡
¡El veinte no se va, el veinte no se va!
Estábamos al
borde del abismo, el club bajaba y no había vuelta. Con la calculadora
en la mano, los números eran imposibles. Quedaban 8 partidos y había que
ganar 7 para mantener la divisional. El técnico renunció. Como manotazo
de ahogado, la directiva fue a pedirle una mano al viejo capitán del
club: Martín Elmer Lans, el "colorado". Con su inteligencia, su don de
líder y el conocimiento preciso de lo que cada uno puede aportar al
equipo, hizo lo imposible: 7 victorias en 8 partidos.
Como esta historia hay muchísimas. El colorado fue jugador y capitán del club durante muchos años. Formó parte del glorioso equipo que subió por primera vez a segunda división.
Los que son parte de clubes de barrio conocen el significado del primer a segunda división, luego de militar muchos años en cuarta C, cuarta B, cuarta A y luego tercera de ascenso.
La final contra el club Cordón por el ascenso en el '71 forma parte de los cuentos más repetidos en los asados. Siempre hay alguien que recuerda segundo a segundo como fue ese final, hasta los que no habían nacido en esa época lo saben de memoria. Y se discute si faltaban 3 o faltaban 5 segundos, quien hizo el pase gol, quien robó una pelota. Yo no estuve en esa final, tenía 5 años, tampoco era del club, pero sin embargo me la acuerdo de memoria.
Elmer tenía una alegría contagiosa. Siempre la palabra justa, inteligente, manejaba impecablemente el doble sentido, la sátira y era un gran contador de historias. Se preocupaba por trasmitirla a los más jóvenes.
Como técnico hacía una mezcla exacta de los jugadores contratados con los jugadores del club. Siempre atento a no perder la identidad. Por los ´90 sorprendió varias veces dándole minutos a botijas de 18 o 19 años, nacidos en el club y que el intercalaba en los partidos. Les daba confianza, les hablaba y los botijas respondían. Tenía bien claro que había que ir reponiendo, mezclando la savia nueva, con la savia más vieja a punto de retirarse, con la savia importada. Un cacique.
Para pintarlo con una sola anécdota, tomo prestadas las sentidas palabras de Iván Kruchef que muestran los mejores colores del líder, el amigo, al veterano que cuida y da un consejo sutil, imperceptible. Dice Iván:
"¿Viste cuando
decimos que el boliche, el mostrador es la universidad de la vida?, bueno el
Colorado no solo era profesor, era el rector de esa universidad.
Fueron muchas
cosas las que aprendimos con el, no solo a como manejarnos en nuestros primeros
pasos de adolescente, también aprendimos la historia del club. El es
la historia misma, estuvo emparentado con todos los logros importantes
que ha tenido el 25. Hacedor y contador de esa historia que permitio al club
tener una identidad muy bien definida. Cosa que ahora por diferentes motivos estamos perdiendo.
Te cuento una de las muchisimas clases que
recibí en esa maravillosa aula que fue convivir con el:
cuando fuimos a Floripa
en 1991 yo tenía 19 años. Me había enamorado perdidamente de una brazuca, por lo que no
me quería volver de ninguna manera.
Cuando les dije a todos que me quedaba, que
no volvía a Montevideo, el Elmer me dijo con voz de amigo pero con tono
enérgico:
-¡¡M´hijito, usted vino con nosotros, se va con nosotros!! Cuando
lleguemos a Montevideo, si quiere se viene de vuelta nadando´´-
¡Un maestro!
Como te paso a ti, por nuestra personalidad
yo también chocaba mucho con él, sobre todo en épocas de bríos juveniles, donde
creíamos que nos llevabamos todo por delante. El nunca rehuyó a dar un consejo, unas palabras de ubicación.
Creo que sabía que tenía una responsabilidad
generacional y como líder la asumia perfectamente".
Jugador, capitán, técnico y dirigente. Todo ello en forma honoraria.
Defensor apasionado de sus convicciones, polemista de fuste,
respetando todas las opiniones.
Vivía con alegría, siempre en la búsqueda de lo mejor para el club, de la felicidad en un proyecto compartido. Un imprescindible. Como dijo el
Boca Hernández: se nos fue un prócer.
Con
agradecimiento por haber compartido un montón de años y de
haber aprendido mucho sobre la vida y la alegría de vivir:
¡Brindamos por tí maestro!
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PD: añado comentario de Daniel Chasquetti que me parece impecable.
ahhh.... que lindo Oso, que lindo... Maravillosa la anécdota de Iván. Me encanta. 100% de acuerdo en todo. Cuando se murió mi viejo (él era uno de sus mejores amigos) yo tenía solo 17 años y el colorado estuvo allí. Preguntaba cómo iban las cosas en casa, si nos alcanzaba el dinero, si mi vieja estaba bien, si mi hermana (solo 14) seguía estudiando... y todo así. En 1991, cuando el viaje a Floripa, ya habían pasado 8 años de la muerte de mi padre, pero igual el colorado seguía preocupado por nosotros. Buscaba el momento y preguntaba y cuando yo le daba la oportunidad, solo en ese caso, me daba su opinión que en verdad era un consejo. Como dice Iván, una vida social rica puede ser tan efectiva y floreciente como la mejor Universidad. Por suerte, crecimos en un ambiente así, pese a ser dictadura, escuchando a los grandes, a gente como el colorado, y con los oídos bien abiertos... A él le estaré agradecido eternamente...
Daniel Chasquetti