Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo
Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

sábado, 23 de agosto de 2014

La noche de la nostalgia, el Parque de los Aliados y el 25 de Agosto


La Noche de la Nostalgia se respira en Montevideo. Para un grupo de vecinos del zoológico, la noche del 24 de agosto es la víspera del aniversario de su club, el 25 de Agosto de Villa Dolores.

A medianoche empiezan a circular los SMS con los infaltables "Feliz cumpleaños" y más de uno se revienta unos petardos para celebrarlo. El medio día del 25 se celebra con una exquisita buseca que preparara el Piraña, flamante chef y cantinero del club.

Se vuelven a recordar viejas historias y a inventar nuevas, la mayoría de ellas no están escritas, son pura tradición oral, trasmitidas de generación en generación, compartidas con una comida de por medio.

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El Parque de los Aliados -hoy Batlle- es y era el lugar obligatorio de entrada en calor antes de pisar la cancha. Una vuelta entera por Ricaldoni todos los santos días, de martes a domingo en segunda, de lunes a sábado en primera división. En el parque nos cruzábamos los amigos-rivales: Bohemios, Tabaré, Miramar,  Nacional de basquetbol y el Layva. 

A algunos compañeros les gustaba correr y a otros les gustaba la literatura, siempre tenían un cuento, una tendinitis, un tironcito de pretexto para no salir. Gastón arrancaba y no terminaba más, si no lo frenaban todavía estaría corriendo como un caballo desbocado. El Rafa corría y se reía, siempre con las crenchas engrasadas. Gustavo refunfuñaba, iba último y al trote con su eterno rezongo: "Yo vengo para jugar al basquetbol, si me hubiese gustado correr me iba a la pista de atletismo, o al hipódromo de Maroñas con los caballos". Pelayo corría y te acalambraba con los cuentos de su laburo de profe de ténis. Hace poco volvió a jugar con los veteranos, luego de más de 20 años se reencontró con Fridi, su compañero de estudios en el Instituto de Educación Física. Los dos "canarios" recordaron la sopa aguada con un huevo adentro que hacían para engañar la panza mientras esperaban la encomienda nutritiva que venía del interior.

En la pretemporada eran de rigor 5 series de 10 "piques" en el repecho del lado de la tribuna Amsterdam. A la vuelta del estadio pasabamos por el Centro Médico de CAFO donde hace 30 años  empecé la eterna fisioterapia y musculación que me permite seguir disfrutando del antiguo juego del balón al cesto. Por los años `80 en CAFO trajeron una de las primeras máquinas de pesas "Universal", con la que fortalecí rodillas y hombros que ya estaban fanés y descangayados.

Por los 90 el filósofo "Paleta" Barrera ya afirmaba que el basquetbol se había arruinado el día que empezaron a llegar al club técnicos con la "tablita". En ella marcaban las jugadas y las transiciones de cada jugador. El DT Eduardo D`ursi se reía como el perro pulgoso -para adentro- y lo peleaba al Paleta;  él había sido el innovador, "recibido" de técnico y portador de las nuevas técnicas de planificación, entrenamiento, indicadores y "tablita" incluida.

En el 91 jugábamos en 25 con Favio, el Rafa, el Cacho y Pelayo. Hace dos días nos enfrentamos en la final que perdimos con Biguá por un punto. En aquella época no habían estadísticas de rebotes, pelotas perdidas, recuperadas, porcentajes; simplemente el Diario de la Noche publicaba los apellidos de los jugadores y los tantos convertidos. Lo peor era que apareciera tu apellido seguido de un punto y coma. Luego de la final del miércoles hubiesen publicado Osimani punto y coma, lo cual agrega un condimento personal bien amargo a la derrota colectiva. Al principio la calentura fue enorme, pero van pasando las horas y uno empieza a ver en perspectiva el camino recorrido y no queda más que agradecer por los 38 años picando la naranjita.

Los que antes de ayer fuimos rivales, la semana que viene nos vamos juntos a jugar un campeonato de fin de semana en el club amigo Plaza de Nueva Helvecia. Todos representando a 25 vamos a jugar y pasarla bien con los "queseros". Luego del partido y con cena-chou incluida festejaremos la vida compartida caminando y corriendo juntos.


 Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
...
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...


Cantares de Antonio Machado
Por Joan Manuel Serrat
  

jueves, 7 de agosto de 2014

Paco, el gran contador.


El oficio de contador de historias, de narrador oral está en extinción. Se ven pocos viejos que envueltos en el humo del cigarrillo y con la voz cascada acaparan la atención, generando un silencio profundo a su alrededor. He aquí una pequeña historia de un gran contador.
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Paco Espínola emigró de la república de San José a estudiar medicina en Montevideo. La nostalgia del terruño se le hacía insoportable; con el tiempo, también la medicina. Dicen que su bisturí le sirvió durante mucho tiempo para cortar el pan. El extrañe era tan grande que varias fueron las noches en que iba hasta la Estación Central a ver salir el último tren a San José de Mayo.

Con el tiempo abandonó la facultad y se dedicó a lo suyo, las letras, las palabras, los cuentos. Además de escritor, se transformó en un gran contador de historias. Los cuentos iban cambiando sus contenidos de acuerdo al contexto y la audiencia. El público escuchaba atento su voz grave y cascada, con silencios profundos nublados por el humo del pucho siempre encendido.

En sus noches de cafés y tertulias, siempre se daba una vuelta por la redacción de El País, para acompañar a sus amigos maragatos Luis Gil Salguero y Luis Pedro Bonavita Salguero que ordenaban y jugaban con las palabras en la corrección del periódico.

En Montevideo aparecieron los amores y con ellos los desamores, fuente eterna de inspiración artística.

Una novia lo abandona. Mientras volvía a su casa, revolviéndose la herida -o tratando de que duela menos-, empezó a fantasear con matar a su ex-pareja.

La cosa no no podía quedar así. El problema era que si la asesinaba iba a marchar preso en Montevideo y no estaba dispuesto a caer en la capital. Así que calculó cometer el homicidio un rato antes de la salida del último tren para poder fugarse en el a San José. Si lo agarraban, que fuera en su ciudad natal.

Mientras esperaba la hora planificada, se puso a escribir para matar la ansiedad. Ante la tristeza, los cantores cantan y los escritores escriben. Las palabras le brotaban de corrido, sin parar, los minutos pasaban.

Cuando se quiso acordar, el último tren ya había partido. El cuento estaba casi teminado. Cuando lo pudo redondear estaba más tranquilo. Se levantó y ahora sí marchó decidido y convencido, a paso firme le fue a mostrar el manuscrito a su amigo Luis.

Así nació Saltoncito, un cuento maravilloso para niños.

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Para acompañar con música va un tema de Alejandro Balbis sobre un viejo relator de historias.

El gran pez.

En el río hay un gran pez
todo puede suceder
flores amarillas
y amor de rodillas
que golpiza de placer 

 ...
vivir relatando historias
coloreando la memoria
el viejo acapara la atención 
la distancia entre los cuentos
y los acontecimientos
ni mas ni menos que una versión 
... 


Gracias a Daniel Gil Quinteros que me regaló nuevamente esta historia para la frase del viernes.
Daniel es hijo de Luis y heredó de su padre la amistad de Espínola; amistad que supo cultivar y honrar hasta el último suspiro de Paco. Francisco Espínola era un hombre que no soportaba las dictaduras: se levantó en armas contra la de Terra en 1933 y decidió morirse antes de que empezara la última , el 27 de junio de 1973.

Comentarios:

Muy buena semblanza. Me hiciste acordar a aquellas maestras, una gloria de la dedicación docente, que nos leían a Paco espínola, a Gabriela Mistral, a Juana, a Rodo e incluso a Serafín. Maravillosas épocas.
Tano de la Mondiola