Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo
Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 25 de enero de 2013

Fotoclub

Las olas van y vienen. Uno espera en la orilla, manso, tranquilo y siempre el océano trae alguna historia apasionante.

El fin de semana pasado, entre la espuma apareció un viejo conocido del fotoclub. Me cuenta sobre la nueva revista de fotografía que han editado. La compré, me encantó y me hizo recordar cuando aprendí a mirar.

 El que tiene salú e rico

Cuando empecé la bajada de facultad y veía que la meta se acercaba y que en breve terminaríamos con la “obligación” de acabar con los estudios, empezamos a buscar nuevos mundos para explorar. Es esos tiempos iba mucho a la casa de mi amigo Alejandro, cuyo padre me inició en el vicio de mirar encuadrando. Benjamín “Bocha” Castelli estaba en lo más alto de su carrera. A la salida de la dictadura sacó algunas fotos que son un hito en lo que fueron las manifestaciones populares y la  campaña electoral del año ‘84. Recuerdo una foto muy publicada que era de un obrero armando un estrado de fin de campaña, colgando el cartel entre los andamios se advertía la palabra Pueblo. Una parte de lo que todos conocíamos de memoria y habíamos anelado por años: Es la hora del Pueblo.

El Bocha me habló del Fotoclub y allá fuí. Asistí semanalmente por dos años. Encuadre, color, composición, laboratorio de revelado blanco y negro. Logré sacar dos fotos que me gustaron, una por año. Nunca quedé satisfecho con mi trabajo y al poco tiempo abandoné.

Con el tiempo, valoré la experiencia y estoy eternamente agradecido de haber aprendido algo mucho más importante que sacar fotos, aprendí a mirar. Mirar para arriba en las calles para ver las cornisas, las cúpulas, las ventanas, las puertas, las luces, las sombras,  mirar la naturaleza jugando a sacar LA FOTO. Aprendí a entrecerrar los ojos, hacer un zoom y ver un detalle lejano, imaginarlo como quedaría en el recuadro de 10x15. Este aprendizaje me permitió gozar y disfrutar mucho más de la vida.

La espuma de mar me trajo a Alvaro Percovich y Suci Viera, vinculados desde años al Fotoclub Uruguayo. Junto a otros y con apoyo del Ministerio de Educación y Cultura, han editado una revista "Materia Sensible". Tiene muchas fotos, ensayos, críticas e información sobre exposiciones de acá y de Bs. As. Está disponible en la librería Barroco de Valizas (abierta todo el año), Centros MEC y comercios del ramo. El costo es de 150 pe y la edición impecable.

Uno de los trabajos que se presenta es "Hombre Interior" de Federico López y Leticia Fuentes sobre el interior profundo, ranchos muy pobres con gente que nos recuerda en frases cortas algunos valores fundamentales, valores que quienes tenemos muchos recursos materiales, a veces olvidamos. 

...yo digo que la salú, ¡guarda!, ¿eh?, ¿verdá?, e importante, aunque no tenga nada yo, soy un pelao, no tengo nada, pero no señor. la salú, teniendo salú usté tiene todo, el cristiano que no tiene nada y tiene salú e una riqueza, ¡¡¡sí!!!, ¡¡¡e rico!!!


(Foto: como no encontré la foto de la revista para bajar de internet puse una foto del Centro Municipal de Fotografía de la IMM de la exposición "Los 80 /Bandas y Bandos" de Marcelo Isarrualde)

viernes, 18 de enero de 2013

La vida es un viaje

De vuelta por Montevideo comentamos un par de libros que pasaron por la reposera y quedaron picando en mi cabeza, con arena entre las hojas.
Reflexiones sobre el éxito, la felicidad y el rumbo.

La vida es un viaje

En las vacaciones, a la orillita del mar, leí varios libros. El primero era sobre entrevistas a emprendedores uruguayos exitosos. Creer en lo imposible de Alexis Jano Ros. La mayoría de los entrevistados eran informáticos: Jodal, Polakoff, Brechner, Frasca entre otros. Quedé muy contento de verificar nuevamente que en Uruguay también se puede y comprobé que contra lo que uno imagina, el camino de los exitosos también está plagado de derrotas y fracasos, como el de cualquier persona.

Todos tuvieron un sueño y trabajaron mucho para alcanzarlo. Cuando ya no sintieron pasión por lo que hacían, cambiaron el rumbo, se arriesgaron y empezaron de nuevo.

Luego de leerlo me quedó una mezcla de sentimientos. Satisfacción y un retrogusto extraño, parecido al que sentí cuando leí libros de reciente edición de grandes basquetbolistas uruguayos. Como nos sentimos muy involucrados con estos temas –son colegas- quedamos con la sensación de pequeñez. Ante esos monstruos, el humilde grano de arena que aportamos se hace aun más pequeño.

Sobre el final de la quincena me regalaron uno de los primeros libros de Juan Carlos Gambarotta: De mochilero a guardaparque. Gambarotta es el primer guardaparque de Uruguay. Desde hace 18 años está a cargo de la reserva del Bosque de Ombúes en la Laguna de Castillos. Antes de esta actividad dio la vuelta al mundo de mochilero.

Luego de rotar por toda la tierra, se dio cuenta que su lugar en el mundo estaba aquí en su punto de partida. El trabajo que quería lo tuvo que inventar. Y lo logró. 

Juan Carlos no va a salir en ningún libro de emprendedores ni de casos de éxito pero lo es. 

La búsqueda de la felicidad tiene mil caminos, tantos como personas que se animan a buscarla. El arte está en encontrarlo, y rectificarlo cuando sea necesario. Sobre eso no hay indicadores, ni recetas, ni libros de autoayuda que valgan. Cada cual hace su recorrido, se la juega y se arregla como puede.

La vida es un viaje
El rumbo existe, sólo hay que encontrarlo
Buscarlo es una opción
esperarlo puede ser nefasto

(Juan Carlos Gambarotta)

viernes, 11 de enero de 2013

Bien despacito, ir sintiendo toda la tierra rodar

Ultimo viernes de las vacaciones. Toda la semana sin hacer nada. Mirando el mar, mirando la gente pasar. Disfrutando del espectáculo de los cuerpos, de las artes y destrezas que se han incorporado a la cultura uruguaya y que bajan a la playa.

Sentado en la reposera, a la orilla del atlántico, en la esquina del arroyo Valizas.

Bien despacito ir sintiendo toda la tierra rodar


Hace 21 años volvía de estar dos meses en Bahía de todos los Santos y el nordeste brasileño. Quedé maravillado y aprendí mucho de la cultura afro-brasileña donde todo el mundo es alguien. La cultura los contiene, los incluye. Se puede ser pobre pero digno: percusionista, mae de santo, capoeirista, músico, cantor, bailarín, religioso, deportista. Y como si fuera poco, todos disfrutaban de sus artes en la calle, gratis, en los miles de fiestas que hay en cada pueblo y obviamente en la playa.

Cuando volví a Uruguay, no pude continuar con casi ninguna de las cosas que profundicé en Brasil: capoeira no había, danza afro menos y el candombe se tocaba en algunos barrios los feriados y como ensayo previo al carnaval. Asistir a toques semanales imposible, tomar clases mucho más…

Esta semana en la playa de Barra de Valizas pude ver como hemos evolucionado y como estamos más alegres y más plásticos. Vi varios grupos de capoeira bailando en la playa, barritas con guitarra y de cantarola. Tambores todas las noches, incluyendo casi 50 en la llamada del 6 de enero a la luz de la luna. Una jovencita me maravilló haciendo saltos y giros de ballet por la orilla. Por las noches muchas bandas de rock, canto popu, jazz, bossa nova, muchos mimos, clowns, acróbatas y toda suerte de artes circenses. Y para rematar, hoy vi la frutilla de la torta, dos jóvenes bajaron la duna grande haciendo flip-flap y mortales hacia atrás, derecho hasta el agua. Igual que había visto a unos morenitos en la playa de Itapoa hace tantos años y que acá era imposible de hallar.

Indudablemente esto no es aislado ni es solo de Valizas, lo he visto en otras playas y en Montevideo. Hemos evolucionado y para bien. La cultura incluye mucho más. Todos hacen algo y por suerte los jóvenes marcan el camino.

No encontré mejor manera para celebrar el encuentro de las dos playas que un viejo tema de Vinicius y Toquinho. 

Un viejo short de baño
el día para divagar.
un mar que no tiene tamaño,
y un arco iris en el aire.
Pasar una tarde en Itapúa
el sol que arde en Itapúa.
escuchando el mar de Itapuã,
hablar de amor en Itapuã.

Y con la mirada extraviada
en el encuentro del cielo y el mar,
bien despacito ir sintiendo
toda la tierra rodar.

viernes, 4 de enero de 2013

El sol siempre está

El sol siempre está


El primer problema en las vacaciones es saber cuando es viernes. Luego de muchos cálculos, llegue a que en un 95% de probabilidades es hoy.

El viernes tiene olor a viernes si uno está trabajando. Así que la frase de hoy va dedicada a todos los que están sudando la frente en sus funciones.

En primer lugar quiero acordarme de los compañeros de trabajo que me cubren y permiten que yo esté de licencia. En segundo lugar a los empleados del ente acuático (OSE) que rápidamente me han colocado el agua potable en el rancho y que con su trabajo permiten que siga saliendo por la canilla. Me tenía podrido la cachimba y la bomba de mano que se rompía dos por tres. 

De los de UTE no me acuerdo, pues no tengo luz y quizás nunca tenga, pero sí tengo presentes a los que hacen sebo... y piolines. Y a los que juntan el sebo con los piolines y hacen las velas que nos iluminan románticamente todas las noches. También quiero saludar a todos los chinos que hicieron las dicroicas led, los cargadores de celulares, notebooks y paneles solares que nos permiten mantenernos conectados.

Y quiero mandar un saludo al sol, fuente de todas las energías.

Para todos los trabajadores, disfruten su viernes. Y de camino de vuelta a su casa, mañana, cuando salgan a buscar comida, no se olviden de hacerle una guiñada al sol.

Me contaron que bajo el asfalto
Existe un mundo distinto
con gente que nunca vio el sol
y no conoce los ruidos.

(de Sandra Mihanovich)