En Valizas se formaron muchas bandas y de la arena salieron muchos
temas musicales. Las dunas y el arroyo tienen un efecto imán para los músicos.
Caen de todas partes con los más variados instrumentos. En cualquier momento
sale una filarmónica a los pies de la duna grande.
En estos días se han visto por estos parajes cientos de guitarras,
armónicas, saxofones, trompetas, trombones, violines, violas, flautas, cajones
peruanos, dos bandoneones, un cuerno tibetano, pailas, un arpa, dos baterías
completas y muchos tambores por la mañana, tarde y noche. Pasando lista, lo
único que estaría faltando son timbales y alguna tuba, con su clásico petiso
compadrito que la ejecuta erguido, haciendo alarde de sus pulmones y del tamaño
de su instrumento.
El 6 de enero fue el punto alto de la cultura afro-uruguaya, cerca
de 50 tambores nos deleitaron con una llamada de mucha fuerza, a la que no
faltaron los estandartes naturales de "la Valicera": la bandera azul y blanca,
la media luna y las estrellas colgadas del cielo en la oscuridad de la calle
principal.
Lo que no se había visto nunca es un contrabajo acústico. Y este
año cayó uno. Viene gente de lejos para conocerlo. Acompañado con 2 guitarras y
un violín, el cuarteto "Mutantes del Paraná" nos deleita con sus
versiones de música del mundo en la playa, los boliches y la feria de
artesanos. Hacen 4 o cinco toques por día, todos a la gorra.
Sus integrantes son de Zarate, Buenos Aires y Mar del Plata. Se la
jugaron, vinieron en una camioneta dos de ellos con todos los instrumentos, los
otros dos llegaron en Rutas del Sol. El riesgo que corrieron es grande, para
ellos el Uruguay está muy caro, cuando pasaron por el primer peaje y pagaron no
podían creer lo que costaba. Dudaron.
Llegaron por comentarios de la banda "Onda Vaga" que
luego de que hace unos años pasaron por las rocas de Cabo Polonio y Valizas se
hicieron conocidos y ahora les va muy bien.
Los Mutantes alquilaron un rancho todo el mes y desde acá se van a
probar suerte en los balnearios vecinos. No todo son rosas, en La Paloma y La
Pedrera no les fue bien, no van más, -no hay receptividad para la música
callejera-, dijeron dolidos. En Valizas están chochos, piensan empatar económicamente y a fin de mes irse para el otro lado del charco con los bolsillos vacíos como vinieron,
pero llenos de aplausos y con sueños nuevos para la banda. Como todo músico,
quieren pasar a dedicarse por completo a la música y vinieron a Uruguay persiguiendo ese sueño. El contrabajista ya se la
jugó y a la vuelta lo va a hacer. De los otros tres una es actriz, otro
psicólogo y el otro si vive de la música, intercalando con los toques, las
clases de piano y guitarra.
En general este tipo de grandes bandas vienen de Argentina, todos los años se ven algunas de 8 o 10 tipos cargados de instrumentos costosos tocando
todas las noches a la gorra. Es cierto que en general los vecinos del plata tienen
más recursos que nosotros, pero son artistas populares, no creo que les sobre
demasiado. Como todos los extranjeros que andan ultimamente por acá, hablan muy
bien del Uruguay. Yo les agradecí por su música y sobre todo los felicité por haber arriesgado a venirse con el contrabajo, especie rara en la zona. Apostaron para
venir y mostrar lo que les gusta hacer.
Los vecinos son mucho más arriesgados que nosotros los
conservadores orientales. Somos un país con muy poca tolerancia al riesgo,
pruebas de ello las veo todos los días: hay un llamado laboral para un
informático (profesión en la que no hay desocupación) en una empresa privada y
si caen 10 es mucho; un llamado para el mismo puesto en el estado tiene una
cola de cientos de personas. En el imaginario colectivo el trabajo para toda la vida sigue siendo muy fuerte, sin riesgos.
En otras cosas no, pero en esto de innovar, emprender y arriesgar tenemos mucho que seguir
aprendiendo de los de la banda occidental del Uruguay.
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