- Viejo, quiero que esta noche me lleves a ver las luces de 18-, pidió Graciela, firme e imperativa, a su veterano esposo de 70 años.
El pedido de la doña sonó raro, una formulación como de otro tiempo, incluso por el lugar de sus deseos: el viejo y demodé centro Montevideano.
La percanta había escuchado en la radio que la vieja principal avenida de la ciudad cumplía 170 años. En 1943 la nombraron 18 de julio y dejó de ser un trillo por encima de la cuchilla. También oyó que hace 60 años de que se instalaron las primeras luces de colores en las esquinas que tuvo la ciudad, los semáforos.
Arrancaron en el viejo De Soto del año '54 que Alberto aún conservaba de su padre, único dueño.
Se bajaron en la Plaza del Entrevero. Estaba llena de pájaros nocturnos, flores y gauchos enredados, todos iluminados por festivas luces. Las guirnaldas trepaban por los troncos de los árboles y se bifurcaban por las ramas.
- Qué maravilla esos cilindros que pusieron con luces azules que se elevan hacia el cielo, ¿qué son Alberto?
- Tenés que mandarte hacer lentes nuevos querida, son las palmeras, tienen una guirnalda torneada alrededor.
En la esquina de 18 y Julio Herrera, decenas de parejas de veteranos tomados de la cintura, cachete con cachete movían las gambas al ritmo del 2 por 4. Se animaron y entraron a la improvisada pista. Bailaron un tango, una milonga y con un valcesito giraron infinitamente en torno a un árbol de navidad gigantesco. Las mejillas y los torsos apretados, las caderas un poquito separadas, medio repingadas hacia atrás, los pies entrelazados iban y venían.
Siguieron caminando hacia la Plaza Libertad. Las luces de 18 estaban espectaculares y las guirnaldas nuevas brillaban con motivos navideños, contrastando y realzando los jóvenes plátanos, bien verdes y esbeltos.
- ¿Te acordás cuando volvimos del exilio de Francia en el `85?, 18 de julio estaba sin árboles. Los milicos habían cortado todo. 18 estaba peladita, gris, como si recién hubiese salido de la cana.
- Pah!, tenés razón. ¡Mirá que linda que está ahora!
En la piel sintieron el calor del tórrido fin de año del 2013 y se estremecieron recordando aquellos fines de año nevados en Europa, se les vino a la mente aquel momento del Uruguay, cuando no le ganábamos a nadie y andábamos casi derrotados, resistiendo.
Se fueron silvando bajito, se pararon debajo del monumento a la Libertad, estiraron el brazo con la máquina de foto en la punta de la mano, como dos adolescentes, y se sacaron un autoretrato sonriente.
De la cabeza de los veteranos o desde el boliche en la rinconada de la vieja Onda, se escuchaba un old-hit que hablaba de otro tiempo, de otro Uruguay.
Se nos viene Fin de año, Festejamos Navidad Los ensayos Se complican, Preparando Carnaval Ya está cerca Fin de año, En Holanda En Canadá Los muchachos Congelados, Recordando Carnaval Uruguayos Uruguayos Donde fueron A parar Por los barrios Mas remotos De Colombes O Amsterdam Antes éramos campeónes, Les íbamos a ganar Hoy somos los sinvergüenzas, Que caen a picotear Trabajador inmigrante, Es la nueva profesión Al que agarran sin papeles, Lo fletan en un avión Uruguayos... Ayer recibí una carta, Directa de Nueva York De mi amigo el Horacio, Trabaja de soldador Ahora tiene colachata, Alfombra y calefacción Parece cosa de locos, Le va cada vez peor Extraña la gente nuestra, Que te habla sin despreciar Extraña el aire del puerto, Cuando anuncia el temporal Y sin embargo recuerda, Las cosas por la mitad Se olvida las que pasaba, Antes de irse para allá Uruguayos... Volver no tiene sentido, Tampoco vivir allí El que se fue no es tan vivo, El que se fue no es tan gil Por eso si alguien se borra, Qué le podemos decir No te olvides de nosotros, Y que seas muy feliz |
No hay comentarios:
Publicar un comentario