Empezamos a planificar con quien vamos a pasar la nochebuena y fin de año. ¿Y las vacaciones?
Para entrar en calor, he aquí una vieja historia de la guerra fría, que abarcó todo el planeta y que también llegó hasta un verano al puente del arroyo Valizas sobre ruta 10.
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El Chelo y la Chile se casaron en 1961. Estudiantes y militantes universitarios, en el apogeo de la patria grande latinoamericana y la revolución cubana, se fueron de luna de miel en una motoneta Heinkel a recorrer toda la costa uruguaya con una carpa. Descubrieron gentes, formas de vida y territorios indómitos por esa época.
Se encontraron con una Punta Ballena pelada, habitada por pescadores que les dierom alimento y agua. Acamparon varios días, se enamoraron de sus atardeceres y se prometieron volver.
Siguieron camino, pasaron por José Ignacio y por La Paloma, quisieron ir más allá. En un destacamento policial preguntaron como hacer para llegar a un lugar que habían sentido nombrar a Jorge Chebataroff en sus clases de geografía: el misterioso Cabo Polonio. Los agentes les dijeron que derechito-derechito por la ruta 10 llegaban y que iban a llamar por teléfono al destacamento del arroyo Valizas para que los recibieran.
Luego de 60 kms de chupar tierra con la Heinkel, llegan a una casita con la bandera uruguaya: el destacamento policial de Valizas sobre la ruta, antes de llegar al puente. En la puerta los policías los recibían en posición de firmes y haciendo la venia. Parece que en la Paloma habían caído simpáticos y les quisieron dar una mano: avisaron a Valizas diciendo que llegaría una pareja de jóvenes que venían recomendados de la jefatura de Montevideo...
El puchero estaba pronto, a comer. .
Al otro día llegaron al Cabo Polonio, donde los recibió el farero, un tal Faraldo que con su apellido hacía honor a su profesión. Cómo no podía ser de otra manera, salió una vaquita entre todos y cocinaron un buen chupín de pescado.
De vuelta a la ruta 10, uno de los policías les confiesa que era del Chuy y que lo habían trasladado a Valizas "en penitencia" por haber descubierto un contrabando grande que parece que no había que descubrir. Su nueva misión era cuidar el puente del arroyo Valizas de un posible atentado de los "cumunistas".
La guerra fría estaba instalada hacía tiempo y llegaba a todos los rincones del planeta, incluido el Rincón de los Olivera y los Fondos de Valizas. Guerra fría que en remotos lugares del Uruguay todavía no había perdido la humanidad y que permitió a connotados militantes estudiantiles y políticos de izquierda, pernoctar en el destacamento que cuidaba el territorio de una segura invasión roja, con voladuras de puentes incluidas.
Han pasado más de 50 años desde aquel momento. Los "cumunistas" -como se les llamaba en Valizas a todos los zurdos- llegaron al gobierno nacional y al departamental.
El puente sigue en su lugar. Se ve que el milico hizo bien su trabajo.
Las lanchitas que te llevan al bosque de ombúes parten desde allí y de ahí salen los camiones cargados de camarones de la Laguna de Castillos en otoño.
El cuidador sigue cumpliendo su función. Ya jubilado, camuflado de pescador y tirando una línea al arroyo, hace guardia arriba del puente, saludando cortesmente a los que pasan.
Si lo ven, saludenló.
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Para musicalizar la crónica, van dos temas bien valiceros:
Canción del Camaronero
Letra: Humberto Ochoa, el poeta de Aguas Dulces,
Música: Pindingo Pereyra de Castillos
Puchito Apagao, un tangazo de El Melo de Valizas..
Acompañan las guitarras del Cuarteto Ricacosa.
Filmado en el boliche del Yiye y con el Yiye, frente a la plaza Leopoldina Rosa.
Tabaré no voló el puente pero mandó apagar el pucho...
Si lo ven, saludenló.
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Para musicalizar la crónica, van dos temas bien valiceros:
Canción del Camaronero
Letra: Humberto Ochoa, el poeta de Aguas Dulces,
Música: Pindingo Pereyra de Castillos
Puchito Apagao, un tangazo de El Melo de Valizas..
Acompañan las guitarras del Cuarteto Ricacosa.
Filmado en el boliche del Yiye y con el Yiye, frente a la plaza Leopoldina Rosa.
Tabaré no voló el puente pero mandó apagar el pucho...