Hoy empieza la bendita veda política, que permite bajar la pelota y escuchar un poco más de música en las radios y menos jingles. Mientras pensamos a quien votar, reflexionamos sobre 30 años de vedas.
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Ya llevo disfrutando como siete vedas de corrido, por suerte ininterrumpidas desde el ´84 hasta hoy. Cuando era chico en la dictadura había veda política. Esta era permanente. El tiempo para la reflexión duró 11 años y me acompañará toda la vida.
Hubo un tiempo en que la dictadura también impuso veda de carne en Montevideo. Los más jóvenes se reirán, ahora que somos el país con más consumo de carne per cápita, donde hay más vacas que gente, no se podía comer carne. No recuerdo cual era el motivo pero no se podía. En el interior si se podía vender y comprar, por lo tanto empezó una suerte de contrabando interno.
El "Bebe" hizo su zafra yendo dos veces por día en los ómnibus de Onda a comprar carne a Durazno. Venía con los bolsos llenos y vendía en el barrio. Eran famosos los asados del club 25 de agosto en plena veda. Dicen que una vez vino un milico amigo del club a alertar para que achiquen con el asado, parece que se veía y olía desde la calle Rivera. El "Bichito" agarró su primer conchabo como "delivery" de la carne que traía el Bebe. Con 15 años, venciendo la timidez salió a patear por la vereda con la pulpa al hombro y así se hizo de sus primeros pesos.
En el 2002 también hubo veda de carne y de leche. No por que estuviera prohibida, sino porque el precio era prohibitivo para muchísima gente, que sencillamente no podía comprar nada porque no tenía con qué. Entre la comisión de fomento de la escuela Simón Bolivar y los veteranos de basquetbol del club Tabaré se organizó un merendero. Si, aunque usted no lo crea, un merendero en pleno Parque Batlle, lindante con Pocitos. Los viejos del club no daban crédito, tan bajo no podía haber caído la sociedad. Con el tiempo entendieron que verdaderamente era necesario. Muchos niños y muchas madres se juntaban, jugaban, compartían sus penas, una chocolatada y unos panes con manteca en torno a la cancha del fondo del club del indio.
El domingo votamos nuevamente. Vote a quien quiera, pero no desperdicie su voto. Mire hacia el futuro, apunte a sus sueños, bien parado en el presente y recordando su pasado. No se caliente, con trabajo y con la panza llena es una papa agarrársela contra la política y los políticos. Ahora que los niños volvieron a comer carne y solo las vacas comen pasto, es muy fácil despotricar contra el gobierno, contra la oposición y contra el sistema.
Disfrute de la veda que es transitoria. Disfrute su asado del domingo que puede ser transitorio. Disfrute de la herramienta imperfecta y perfectible que es esta democracia que esforzádamente venimos construyendo entre todos, ininterrumpídamente por 30 años y más.
Para Abrir la noche
Rumbo
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Ya llevo disfrutando como siete vedas de corrido, por suerte ininterrumpidas desde el ´84 hasta hoy. Cuando era chico en la dictadura había veda política. Esta era permanente. El tiempo para la reflexión duró 11 años y me acompañará toda la vida.
Hubo un tiempo en que la dictadura también impuso veda de carne en Montevideo. Los más jóvenes se reirán, ahora que somos el país con más consumo de carne per cápita, donde hay más vacas que gente, no se podía comer carne. No recuerdo cual era el motivo pero no se podía. En el interior si se podía vender y comprar, por lo tanto empezó una suerte de contrabando interno.
El "Bebe" hizo su zafra yendo dos veces por día en los ómnibus de Onda a comprar carne a Durazno. Venía con los bolsos llenos y vendía en el barrio. Eran famosos los asados del club 25 de agosto en plena veda. Dicen que una vez vino un milico amigo del club a alertar para que achiquen con el asado, parece que se veía y olía desde la calle Rivera. El "Bichito" agarró su primer conchabo como "delivery" de la carne que traía el Bebe. Con 15 años, venciendo la timidez salió a patear por la vereda con la pulpa al hombro y así se hizo de sus primeros pesos.
En el 2002 también hubo veda de carne y de leche. No por que estuviera prohibida, sino porque el precio era prohibitivo para muchísima gente, que sencillamente no podía comprar nada porque no tenía con qué. Entre la comisión de fomento de la escuela Simón Bolivar y los veteranos de basquetbol del club Tabaré se organizó un merendero. Si, aunque usted no lo crea, un merendero en pleno Parque Batlle, lindante con Pocitos. Los viejos del club no daban crédito, tan bajo no podía haber caído la sociedad. Con el tiempo entendieron que verdaderamente era necesario. Muchos niños y muchas madres se juntaban, jugaban, compartían sus penas, una chocolatada y unos panes con manteca en torno a la cancha del fondo del club del indio.
El domingo votamos nuevamente. Vote a quien quiera, pero no desperdicie su voto. Mire hacia el futuro, apunte a sus sueños, bien parado en el presente y recordando su pasado. No se caliente, con trabajo y con la panza llena es una papa agarrársela contra la política y los políticos. Ahora que los niños volvieron a comer carne y solo las vacas comen pasto, es muy fácil despotricar contra el gobierno, contra la oposición y contra el sistema.
Disfrute de la veda que es transitoria. Disfrute su asado del domingo que puede ser transitorio. Disfrute de la herramienta imperfecta y perfectible que es esta democracia que esforzádamente venimos construyendo entre todos, ininterrumpídamente por 30 años y más.
Para Abrir la noche
Rumbo
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