Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

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Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 21 de diciembre de 2012

Las fiestas merecen la alegría

Pasaron 7 días de la fiesta de fin de año del trabajo con los Fatales a todo plena-candombe-samba-reggae, 5 del “bailemos con fervor y con toda emoción, el lindo Pericón” en la escuela de mi hijo menor, 3 del asado con los muchachos del club.

Faltan 4 días para navidad y 2 para que terminen los pintores en casa y así poder recibir a la familia en la nochebuena.

No hay forma “neutral”  de pasar por las fiestas, o se disfrutan o se sufren. En la bolsa de Papá Noel vamos todos entreverados: parientes, amigos y compañeros de trabajo.

Mañana sábado a mediodía liquido todo y me voy a tomar una en el “Perro que Fuma” de mi amigo Jano en el Mercado del Puerto. Y que termine el año nomás.

Diciembre merece la alegría

En todas las fiestas y reuniones la misma cantinela: los que están, los que ya no están, los que quiero que estén, los que vienen porque son parte y aunque no me guste tienen un lugar, los que trabajan acá, los que trabajan allá. “Qué dirán”, “mirá aquel como se vino vestido”, “mirá lo que trajeron, una ensaladita nomás”, “bo, gasten un pesito”, “pá, los regalos que compraron a los nenes, seguro para hacerse ver”.

Las fiestas desnudan todas las bellezas y miserias humanas. Alegría, rencor, amor, envidia, solidaridad, todo junto y comprimido en un mes caluroso. La locura explota, las culpas, las frustraciones, el desenfreno, las miles de reuniones, otro año que se va, los taxis-radio no atienden, los comercios y los consultorios psicológicos no dan abasto.

Demos lugar a la fiesta y si se puede elegir  entre sufrirlas o disfrutarlas, hagamos un esfuerzo y pasemosla bien. Disfrutemos de lo que tenemos y lo que no, veremos. Este viaje es corto y tiene fecha de vencimiento, en la fábrica uterina nunca ponen bien la etiqueta, no se lee bien si son 20, 50, 80 o 100 años. ¿Tu etiqueta, que dice?

Lo que hemos construido los uruguayos a partir de las profundidades del 2002 es muy alegre. No solo la noche de la nostalgia nos caracteriza. Conversando con amigos argentinos y brasileros me dicen que ellos no tienen un diciembre tan festivo como el nuestro.

Aprovechen para mover el esqueleto, la música hace bien, es terapéutica. Sean dignos animales omnívoros, coman y beban de todo, pero no todo-todo, dejen algo para mañana, para poder seguir bailando.

La frase de hoy no la van a encontrar en google. Se la escucho frecuentemente a Fernando, un amigo que baila flamenco con Gabriela, mi señora. Fernando disfruta de la vida y también la lucha como todo el mundo. Nunca pide nada y siempre trasmite buena onda.

Siempre que uno dice "tal cosa vale la pena", por ejemplo "vivir vale la pena", Fernando enseguida acota:
- "Merece la alegría", no digas "Vale la pena", di "Merece la alegría". 

“Diciembre merece la alegría”

Gente, ¡Bom Natal!

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