Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

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Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

viernes, 7 de diciembre de 2012

La siesta obligada del jacarandá

El que me vio nacer, el que me emocionó con la primera vuelta manzana en bicicleta, el de los asados en el cordón de la vereda y el que me sorprende diariamente camino al trabajo.

La siesta obligada del jacarandá


Estas mañanitas primaverales están de maravilla. Fuera del bullicio locomotor de las grandes avenidas, de camino al trabajo disfruto de la tranquilidad de las calles y arboledas internas del barrio con todas sus tribus. Los Plátanos mezclados con Tipas y otros de la calle Guaná dan una sombra extraña. Las Tipas de Charrúa, de flor amarilla y lágrimas dulzonas  tapizan y pegotean toda la vereda. Los Fresnos de Chaná son divinos, pero de ellos les contaré en el próximo otoño, los plátanos que van hacia el mar por todas las trasversales dan la sombra más linda y fresca, nos llevan hacia el mar.

Si me dejo ir por la bajada del antiguo arroyo de la calle Paullier, llego a los jacarandás que inmortalizara Jaime en Durazno y Convención.

Los lentes de sol aumentan el contraste de los colores y recorro con placer las cuatro cuadras de la que ahora se llama “Edil Hugo Prato”, desde el liceo Zorrilla hasta la escalinata de Boulevard Artigas.


En estos primeros días de diciembre es cuando está mejor. Las veredas y hormigones se tapizan con las flores de color lila intenso. Los rayos del sol hacen explotar los colores, generan un clima extraño, se mezclan el abajo y el arriba, confundiendo la tierra con el cielo.

Bajo la sombra lila de los árboles, me acordé de mi primera maestra de danza, Lila Nudelmann y de los pegotines color lila de su Grupo de Danza Cooperativo Babinka. En los últimos años de dictadura y primeros de democracia  acompañaron con la belleza de sus bailes callejeros un montón de actos y fiestas populares. Recuerdo una inolvidable, donde bailaban con la antimurga BCG.

Los pegotines color lila agitaban al movimiento a una ciudad esperanzada, muy politizada y muy rígida en cuerpos y mentes, mucho menos alegre y bailarina que la de hoy: ¡Baila Babinka!

Le mandé un SMS a Lila, le dije que me acordé de ella y que recuerde que hoy puede ser un gran día.

Seguí caminando p´al laburo, silbando bajito, haciéndole coro al Jaime:

La calle Durazno  
nace a la intemperie 
telón ceniciento 
palmeras al viento 
abierta a las olas 
marrones y blancas 
de la playa chica 
que muere en el Gas 
La calle Durazno  
muere sin saberlo 
cuando se ilumina 
toda de lila 
en pleno diciembre 
a la hora más lenta 
la siesta obligada 
del jacarandá 

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