¿Tán jodido es destacarse en Uruguay? ¿Tan empedrado tiene que ser el camino de los atletas que van a representar a Uruguay en un sudamericano?
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Los recientes juegos ODESUR nos han dejado unas cuantas medallas y una cantidad de muchachos sin poder rendir exámenes por que no se anotaron en la fecha correspondiente -pues estaban en el sudamericano- ni poder elegir un turno preferencial en sus estudios, que les permita seguir entrenando. Parece que por reglamento de secundaria, solo se consideran a los jugadores de fútbol, ¿y el resto que practica otros deportes?
Uruguay concurrió a este sudamericano con algunos deportistas becados por el estado que anduvieron muy bien, pero en general, lo que abunda es la falta de recursos. Nuestros atletas tienen que lidiar además con la falta de consideración en sus lugares de estudio, pese a que la ley los proteje y los habilita a que se formen mesas especiales para rendir exámenes.
Esto no es un problema de los funcionarios de las bedelías que no anotaron a los gurises y los ningunean, es mucho más duro, es un tema cultural. No sabemos apreciar, valorar y apoyar a los que se destacan. Los institutos que reciben estos atletas deberían estar orgullosos de tenerlos en su alumnado, deberían aparecer en una cartelera como destacados y tendrían que facilitarles todo para que puedan seguir estudiando y entrenando. Es más, podrían utilizarlos como ejemplo, como propaganda.
La revancha de los mediocres es cruel. El proyecto batllista de país mesocrático con fortalecimiento de la clase media tuvo muchos logros en el siglo XX, limando las diferencias, las aristas, pero hoy ya no alcanza, tira para abajo y trata de evitar que la gente se destaque. En ese proyecto estan incluidas todas nuestras cabezas, emparejando para abajo, por izquierda y por derecha. Un típico caso de in-discriminación, somos todos iguales.
En el Uruguay de la caridad cristiana y del asistencialismo izquierdista sin contrapartidas, hay más apoyo para los Ni Ni que para los Si Si. Son falsos contrarios, es una dicotomía mal planteada, habría que apoyar a las dos puntas, a los Ni Ni y a los Si estudian y Si trabajan profesionalmente en el emprendimiento que les apasiona, ya sea deportivo o laboral. Es fácil, los Si Si son muy poquitos.
La libertad e igualdad que está en las raíces del imaginario uruguayo, muchas veces se transforma en falta de respeto al esfuerzo de los demás, en envidia a los que llegan a diferenciarse de la masa uniforme.
Desde los tiempos de la patria vieja, en la Banda Oriental "naides es más que naides"... Eso está bien, pero hay que reconocer que algunos son mejores, trabajan mucho para superarse y a esos hay que cuidarlos como si fueran de cristal, son el espejo en el que se pueden reflejar otros que los imitan y quieren superarse. Así empieza el ascenso social, con un modelo a imitar.
Estos jóvenes atletas quieren ser los mejores del mundo. ¿Por qué no? Démosle la oportunidad, cambiemos nuestras cabezitas mezquinas y aunque sea, reconozcamos su esfuerzo y su ejemplo. En las bedelías, por favor, pónganse las pilas. Los docentes y padres deberíamos discutir estos temas de in-discriminación con nuestros jóvenes.
Lamentablemente voy a terminar con un comentario de boliche:
- ¡Quevachaché! ¡Discépolín salú! Sos un crá, en el siglo XXI seguís teniendo razón:
Todo es igual,
nada es mejor,
es lo mismo un burro
que un gran profesor.
Tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, por el pedrense Julio Sosa.
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Los recientes juegos ODESUR nos han dejado unas cuantas medallas y una cantidad de muchachos sin poder rendir exámenes por que no se anotaron en la fecha correspondiente -pues estaban en el sudamericano- ni poder elegir un turno preferencial en sus estudios, que les permita seguir entrenando. Parece que por reglamento de secundaria, solo se consideran a los jugadores de fútbol, ¿y el resto que practica otros deportes?
Uruguay concurrió a este sudamericano con algunos deportistas becados por el estado que anduvieron muy bien, pero en general, lo que abunda es la falta de recursos. Nuestros atletas tienen que lidiar además con la falta de consideración en sus lugares de estudio, pese a que la ley los proteje y los habilita a que se formen mesas especiales para rendir exámenes.
Esto no es un problema de los funcionarios de las bedelías que no anotaron a los gurises y los ningunean, es mucho más duro, es un tema cultural. No sabemos apreciar, valorar y apoyar a los que se destacan. Los institutos que reciben estos atletas deberían estar orgullosos de tenerlos en su alumnado, deberían aparecer en una cartelera como destacados y tendrían que facilitarles todo para que puedan seguir estudiando y entrenando. Es más, podrían utilizarlos como ejemplo, como propaganda.
En el Uruguay de la caridad cristiana y del asistencialismo izquierdista sin contrapartidas, hay más apoyo para los Ni Ni que para los Si Si. Son falsos contrarios, es una dicotomía mal planteada, habría que apoyar a las dos puntas, a los Ni Ni y a los Si estudian y Si trabajan profesionalmente en el emprendimiento que les apasiona, ya sea deportivo o laboral. Es fácil, los Si Si son muy poquitos.
La libertad e igualdad que está en las raíces del imaginario uruguayo, muchas veces se transforma en falta de respeto al esfuerzo de los demás, en envidia a los que llegan a diferenciarse de la masa uniforme.
Desde los tiempos de la patria vieja, en la Banda Oriental "naides es más que naides"... Eso está bien, pero hay que reconocer que algunos son mejores, trabajan mucho para superarse y a esos hay que cuidarlos como si fueran de cristal, son el espejo en el que se pueden reflejar otros que los imitan y quieren superarse. Así empieza el ascenso social, con un modelo a imitar.
Estos jóvenes atletas quieren ser los mejores del mundo. ¿Por qué no? Démosle la oportunidad, cambiemos nuestras cabezitas mezquinas y aunque sea, reconozcamos su esfuerzo y su ejemplo. En las bedelías, por favor, pónganse las pilas. Los docentes y padres deberíamos discutir estos temas de in-discriminación con nuestros jóvenes.
Lamentablemente voy a terminar con un comentario de boliche:
- ¡Quevachaché! ¡Discépolín salú! Sos un crá, en el siglo XXI seguís teniendo razón:
Todo es igual,
nada es mejor,
es lo mismo un burro
que un gran profesor.
Tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, por el pedrense Julio Sosa.
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