Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo
Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

jueves, 20 de febrero de 2014

El gallego Ferreres, el último miliciano


A fines del año pasado murió el gallego Ferreres. Con más de noventa años era uno de los últimos combatientes de la guerra civil española que buscaron trabajo y paz en tierras orientales. Viverista y pisajista, fue responsable de muchos de los jardines que embellecen la zona de Punta Ballena.

Nació en Rosario, Argentina, hijo de catalanes se fue de muy joven a defender a la República Española en la lucha contra el fascismo, en lo que fue el preludio de la segunda guerra mundial. Luego de la derrota cae prisionero y lo confinan en un campo de concentración. Con el tiempo volvió al Río de la Plata y recaló en Punta Ballena, trabajando en el fraccionamiento de Solanas de Portezuelo, obra maestra del arquitecto catalán Antoni Bonet. Se radicó al costado del Arboreto Lussich, formó familia, puso un vivero y se dedicó a los jardines. Todo una autoridad en el tema. Cuando visitaba a los vecinos todos acataban con respeto sus indicaciones: "que este árbol hay que sacarlo pues te da mucha sombra, que allá tendrías que plantar tal otro". Lo que el marcaba se hacía.

En tiempos de la dictadura se exilió en Buenos Aires. Vivió en un apartamento. Con las plantas se sentía libre, así que en el balcón instaló su vivero.

El gallego era muy buen orador, un gran contador de historias. Un día le preguntan si el sabía del trabajo de campo, a lo que contestó con humor, con ese humor que solo  tienen algunos y que permite contar esas historias terribles, difíciles de contar.

El gallego responde:
Riña de gallos. Goya

- ¿Qué si se de campo?
- Nací en los campos de Rosario.
- Luché en los campos de batalla.
- Estuve en los campos de concentración.
- ¿Usted me viene a preguntar si se de campo?


Todos los pueblos tenemos alguna historia macabra, dolorosa, que hemos procesado de diferentes maneras, unos mejor, otros peor. Pasaron 75 años del final de la guerra civil española y deben quedar muy pocos actores vivos, el tema se sigue estando en los juzgados, en la prensa y en el cine español. Los hijos y nietos quieren saber que pasó, donde están los huesos de sus antepasados, la herida sigue abierta. La teoría de que el problema se acabará "cuando nos muramos todos" parece no funcionar demasiado.

Buscando temas musicales para acompañar esta crónica encontré varias canciones tradicionales bien combativas, casi todas del bando republicano: "En el frente de batalla", "Ay carmela", "No pasarán", "La yerba de los caminos". Me quedé con una canción que no sabía que trataba del problema de las dos Españas y su lucha fratricida: "España camisa blanca de mi esperanza", poesía de Blas de Otero que sintetiza impecablemente el problema del amor, el odio, la guerra, el hambre y la esperanza.

España, camisa blanca de mi esperanza,
reseca historia que nos abraza
con acercarse sólo a mirarla;
paloma buscando cielos más estrellados
donde entendernos sin destrozarnos,
donde sentarnos y conversar.

España, camisa blanca de mi esperanza,
la negra pena nos atenaza,
la pena deja plomo en las alas;
quisiera poner el hombro y pongo palabras
que casi siempre acaban en nada,
cuando se enfrentan al ancho mar.

España, camisa blanca de mi esperanza,
a veces madre y siempre madrastra,
navaja, barro, clavel, espada;
la muerte siempre presente nos acompaña
en nuestras cosas más cotidianas
y al fin nos hace a todos igual.

España, camisa blanca de mi esperanza,
de fuera o dentro, dulce o amarga,
de olor a incienso de cal y caña;
¿quién puso el desasosiego en nuestras entrañas
nos hizo libres pero sin alas
nos dejó el hambre y se llevó el pan?

España, camisa blanca de mi esperanza,
aquí me tienes, nadie me manda;
quererte tanto me cuesta nada;
nos haces siempre a tu imagen y semejanza,
lo bueno y malo que hay en tu estampa
de peregrina a ningún lugar.

Poesía: Blas de Otero
Música: Victor Manuel
Cante: Ana Belén



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