Estambul te recibe con enormes ojos azules que te dan la bienvenida y cuidan cada casa del mal de ojos.
En sus calles se pueden ver ojos de todas las civilizaciones, razas y culturas del mundo, locatarios y visitantes.
Ojos celestes, ojos morenos, pálidos, pelirrojos. Ojos con ojeras de amor y con falta de sueño, ojos anhelantes, ojos tristes. Operados y estiriados, pelados, con entretejido o cubiertos por cejas teñidas, depiladas.
De muy lejos vienen ojos razgados de piel amarilla o morena, mahometanos, cristianos y judíos. Todos se encuentran en las plazas, se miran y se hablan con gestos y comparten un té o un café turco en los miles de bolichitos de esta hermosa ciudad.
Los ojos de los niños son iguales a los de todos lados. Se quieren comer al mundo y tienen permitido reir, gritar y corretear por las mezquitas mientras sus padres rezan.
Los ojos femeninos se destacan con delineadores, rimel y pestañas postizas. En las calles se puede encontrar los de Sofía Loren, con minifaldas o pantalones oxford. Ojos en tanga, con culotes, con vaqueros y túnicas, con pañuelos que cubren las cabezas de múltiples colores. Eso si, todos bien combinados.
Hay ojos negros que pegan fuerte. Uno respeta, cada cultura con su librito, pero hay ojos que parecen presos. Varios pares de ojos se pasean unos pasos atrás de su dueño: él con sus cómodos ojos masculinos vestidos de vaqueros y championes como cualquier hijo de cristiano, mientras ella van tapadas con el burka negro desde la punta de los pies hasta la coronilla.Solo queda una rendija por donde entra una pequeña raya de luz.
Lo primero que se nos ocurre es que tenemos suerte de vivir en un país "evolucionado", donde la mujer puede elegir a su hombre, vota y se puede divorciar por voluntad propia desde hace un siglo.
En seguida volvemos a la realidad, navegando con el pensamiento. Se juntan el Bósforo y el Río de la Plata: la crónica roja de un diario montevideano titula todas las semanas: Crimen pasional: la maté por que la quería, era mía o de nadie.
Turko Bende Barato
Privilegiados geográficamente, los turcos viven hace cientos de años sobre el mar, en un cruce de caminos con vista a dos mundos. Son muy simpáticos y dominan las artes del comercio y la seducción de la venta.
Todo Estambul es un gran comercio. Posee el shopping más grande y viejo del mundo: el Gran Bazar. Son kilometros de calles y callejuelas techadas, con una tienda al lado de la otra, similar al barrio Reus de Montevideo, pero con turcos.
- !Uruguay, Muslera, Lugano, Forlán!
- ¿Cómo se dice esto?
- ¿Qué número viene despues del seis?
- ¿Qué es eso que están tomando con agua caliente?
El regateo es como un juego, Si uno no muestra interés, en general te dejan tranquilo. Se enojan y quedan con mala cara si entrás, probás, aceptas los confites y el té con que te convidan, tocas todo, sacas fotos y después les decis: Ah no, es muy caro.
Entrar al Gran Bazar con una mujer es una experiencia alucinante. Si vas de su mano de repente ella se separa. Revuelve en los saldos, toca todas las pilchas, luego las da vuelta, se las pone encima, pide un espejo y se mira en pose de modelo de revista. Luego se prueba otro talle y te pregunta como le queda, a lo que respondes "divino mi amor". A esa altura el turco se relame, media venta está hecha. Si ella se hace la difícil para pagar, el turco propone: Cuánto querés pagar? Allí ya no tenés escapatoria y llegás a un acuerdo.
Como en todo shopping, uno sale lleno de bolsas, con regalitos para toda la familia y los amigos, con el doble las cosas que necesitabas, pero bien enamorado.
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