Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo

Crónicas del barrio, la ciudad y el mundo
Casuales casualidades, me llevaron a nacer... en Montevideo

jueves, 19 de octubre de 2017

Sobre la "Institucionalizacion de los procesos de las selecciones nacionales y de la formacion de sus basqetbolistas"

El Bicho Silveira, otrora ídolo de la selección de basquetbol y muy respetado internacionalmente, empezó jugando en segunda división en el club Stockolmo. Con el proceso de formativas actuales, ¿hubiese llegado a jugar en primera? ¿A la selección? ¿O estaría jugando en la Liga Universitaria con sus amigos del Prado y mirando la Liga por TV?
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El Bicho dijo en una charla para jóvenes jugadores hace unos años: "Yo de joven, rompía los tableros, cualquiera de ustedes, con trabajo, con mucha marca y dedicación pueden llegar".

Era un jugador con  condiciones físicas excepcionales, gran marcador y con buena penetración hacia el aro. Patentó la "Gran Bicho", una jugada en que corría de atrás a los contrarios que iban picando, se tiraba una palomita por el costado y les pellizcaba la pelota. Gracias a su entrega, capacidad de trabajo y superación fue agregando a su vertiginoso juego el tiro de media distancia y también el de 3 puntos.
De joven jugó en el club Stockolmo y luego de varios años en segunda división, subió con su club y jugó en primera con 23 años. Recién ahí "explotó" y se fue a Welcome y la selección.

Si el Bicho tuviese hoy 20 años y estuviera jugando en Stockolmo, escucharíamos comentarios de este tipo: "es un loco, siempre se manda para abajo, no sabe hacer la pausa" o "pierde muchas pelotas, se lleva a todo el mundo por delante". Probablemente no hubiera llegado a la selección, ni siquiera a primera división. Hoy,  en Stockolmo, lo habría tapado un sub23 de primera, con más gol de distancia y más pausado, un jugador más pulido y más seguro, mejor fundamentado y menos arriesgado en su juego.

El fallido proceso de formativas
El maestro Tabárez cambió la forma de adaptar a los seleccionados de formativas que vienen del interior. Antiguamente se los traía a Montevideo a vivir a los clubes con 14 y 15 años. Los gurises extrañaban, no se adaptaban y se volvían a sus pueblos, la mayoría de las veces fracasados y volviendo a jugar en sus clubes peor que antes de partir a la capital.

Un problema parecido a la era pre-Tabarez está pasando en el basquetbol formativo en Montevideo.

Si un jugador anda bien en un club de segunda o tercera pueden pasar dos cosas:
1.      Los padres quieren llevarlo a un club con piscina y de mejores servicios que el que tiene. Lo cual es comprensible dado el nivel de consumo que existe en la sociedad y la demanda del éxito inmediato.
El basquetbol se ha transformado en un deporte acuático: si no tenés piscina, los que andan bien no se quieren quedar en tu club pobre y lejos de la playa, ya no alcanza con el parqué flotante y los tableros de acrílicos, es necesario un trampolín.

2. Un club de primera "compra" el pase del jugador, que con 14  o 15 años se va de su barrio y va a un club mucho más grande, donde es uno más y deja de ser el mejor.
Varios de estos jugadores sufren el desarraigo de dejar de jugar con sus amigos de la niñez, extrañan y se los ve merodear sus viejos clubes, donde mantienen sus amigos.

La mayoría de estos jóvenes fracasa y vuelven al barrio derrotados, pero a la vez "agrandados" ya que jugaron en un club de primera. Vuelven emocionalmente inestables, con poca tolerancia a una nueva frustración, y no se bancan tener que ganarse el puesto en un club que además paga poco o nada, menos de lo que cobraban por estar sentados en primera.



Es bueno el ascenso social, que la gente quiera mejorar, pero ojo con promever los ascensos rápidos, de trampolín, suelen venir acompañados de descensos estrepitosos que no generan desarrollo.

Los clubes de segunda y tercera no invierten en formativas
Hace poco escuché este comentario de un técnico de formativas de segunda: Los clubes de ascenso no invierten en formativas, les es más barato traer un jugador medio pelo de la Liga.

Nada menos cierto. Paso a explicar:
Del presupuesto anual del club 25 de agosto, solo el 30% va para el plantel de primero, el resto es todo para formativas, que funcionan todo el año y ocupan casi la totalidad de horas de cancha.

El problema de porque no surgen jugadores en segunda no está en que no se invierte en formativas. En casi todos los clubes hay 5 técnicos (1 por categoría), 1 preparador físico y varios planilleros rentados para los partidos, a esto hay que sumarle costos de jueces y Federación, sumado a cancheros y personal administrativo.

Formativas da déficit y se come la mayoría de los recursos de los clubes. La cuota que aportan los jugadores de formativas no da para cubrir ni siquiera los sueldos de los técnicos, el resto sale de sponsors e ingresos que el club obtiene por alquileres de cancha, parrilleros y aportes de los colaboradores.
 
Los sub23 de la liga y los oriundos
Los jugadores sub23 que vienen de equipos de la Liga vienen en su mayoría con procesos de selección nacional y vienen a foguearse. La mayoría vienen a préstamos y solo cobran un viático muy modesto. Su juego es irregular, son muy jóvenes, pero su nivel es muy superior al de los jugadores que se pueden formar en segunda y tercera. Si un club no los incorpora y juega solo con los oriundos, da muchas ventajas en su juego respecto al resto de los clubes que si los utilizan. Y si no pones un equipo competitivo no te va a ver nadie, ni los papás de los gurises.

Para cambiar esto, se necesita estar de acuerdo todos los clubes, no lo puede decidir uno solo pues daría muchas ventajas. Los jugadores de primera se deben foguear en primera, no taponearían los jugadores de segunda y tercera, aparte de hacer una evolución más cuidada y contenida por sus clubes de origen, evitando el apresuramiento en la maduración de los sub-23, “quemándolos”.

El nivel internacional de formativas
Todo este proceso que se da de hecho, concentrando los jugadores por un embudo de los clubes de la costa, genera selecciones empobrecidas, privando la riqueza de la diversidad, necesaria para un grupo de alto rendimiento que debería ser la selección

Como evidencia del fracaso del proceso actual: este año perdimos con Paraguay y Ecuador en formativas, sumado a que hace años que no tenemos un título internacional en estas divisionales.

Trabajando de esta forma no le sirve a nadie, la mayoría de los botijas de segunda y tercera fracasan, se apuran los procesos de maduración de los jugadores sub-23 de Liga, que son obligados a "explotar" muy rápido, con 19 o 20 años ya tienen que ser unos crá sino ya se los mira mal. ¿Y si madura a los 23 años? Nunca lo vamos a saber, lo quemamos antes.

Los jugadores del interior
Varios de los jugadores del interior emigran a Montevideo más grandes, cuando terminan el liceo y están más maduros para adaptarse al nuevo medio. Vienen con experiencia de juego con mayores en su pueblo natal. Esto es lo que pasó siempre y aparentemente sigue funcionando bien. Por suerte hay modelos que funcionan.

Conclusiones
Llegan muy pocos jóvenes a desarrollarse para jugar en mayores, el resto se va para la casa, miran el basquetbol por TV. La pirámide está mocha, es cada vez más chica.

Dada la falta de jugadores y el encarecimiento del mercado de pases los clubes de la Liga manejaron la posibilidad para este 2017 de traer 3 extranjeros por equipo, no es de extrañar que esta situación se concrete en los próximos años.






lunes, 16 de octubre de 2017

De la Gran Pirámde, al pequeño rectángulo del básquetbol uruguayo



La Gran Pirámide del básquetbol uruguayo se ha ido achicado, quedó mocha, perdió su punta y su base con el vaciamiento o cierre de muchísimos clubes barriales. Además, los jugadores de veinte años se van a jugar ligas particulares o universitarias por fuera de la Federación (FUBB), y las selecciones nacionales no ganan más, integradas por jugadores de 6 clubes de la calle Rivera hacia el sur y los clubes del litoral.
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¿El tamaño importa?
Uruguay 1997- ultimo título sudamericano
Acabamos de disfrutar la clasificación al mundial de Rusia en fútbol. En un país de poco más de 3 millones de habitantes, esto es posible gracias a un proceso de selecciones nacionales del maestro Tabárez que aprovecha una fortaleza del país: una gran pirámide con una base donde el 85 % de los niños uruguayos juega o ha jugado al futbol.  

En el básquetbol estamos cada vez más lejos de un triunfo internacional. Acá no vale el argumento de que somos chiquitos en medio de dos colosos o que no tenemos altos, apelando al síndrome del enano quejoso, que siempre sirve para tapar nuestras incapacidades. 

No es un problema de tamaño, las actuales potencias europeas de básquetbol, son más o menos del tamaño nuestro (Lituania, Croacia, Eslovenia, Serbia) y nos muestran que se puede.

El problema está en la base de la pirámide, que se ha achicado mucho.

La vieja Gran Pirámide
Hace unos pocos años, el básquetbol metropolitano de Montevideo (que representa la mitad de la población del país) llego a tener 5 divisionales, sumado a las ligas del interior, con campeonatos nacionales de mayores y juveniles.

En el área metropolitana (que es la que conozco más) sobreviven 3 divisionales, con equipos que pelean por seguir existiendo en segunda y tercera, algunos dejan de competir, otros reaparecen, con muy poca gente trabajando para los clubes y cada vez menos hinchas que los hagan sustentables. 

Me podrán decir que quizás no había lugar para tantos clubes, puede ser, pero en baby fútbol yo no veo que hayan desaparecido un 30% de los equipos en los últimos 30 años como si pasó en el básquetbol 

Público hay, en primera cada vez se venden más entradas, el problema es la sostenibilidad de las instituciones de segunda y tercera y la concentración de poder en muy pocos equipos, lo que empobrece el proceso de selecciones nacionales.

Es notorio que desde que existe el formato de la Liga Uruguaya de Básquetbol (nombre marketinero para un torneo totalmente metropolitano) y el Metropolitano (nombre marketinero para el torneo de Segunda de ascenso), el problema se ha agravado.

Profesionalización de los jugadores
Con la Liga Uruguaya de Basquetbol inaugurada en 2003, se juegan los torneos en forma alternada con el Metro y con la DTA (Tercera). Ahora tenemos un grupo bastante reducido de jugadores que juegan unos meses en el Metro y el resto en la Liga o en la DTA. Esto ha llevado a la profesionalización de los mismos, ha encarecido los costos, ha envejecido el promedio de edad (hay jugadores que siguen jugando con cerca de 40 años) y lo que es peor no ha mejorado el nivel de nuestro básquet (argumento utilizado por quienes están a favor de este formato).

Esta estructura ha taponeado y expulsado a jugadores jóvenes, que con 20 años deben seguir su camino en las ligas Amateur, Montevideo y Universitaria, fuera de la FUBB. 

Como evidencia de nuestra decadencia, hay que recordar que este año perdimos con Paraguay y Ecuador en las selecciones formativas y hace 20 años que no tenemos un título internacional.

El Metro
Los clubes del metro, incluido el mío -25 de Agosto-, hacen un esfuerzo sobre humano por poner en cancha equipos muy costosos, como para salvarse del descenso. Muchos de esos clubes llevan poco público a sus partidos, no tienen gente, no hay cantinas o están vacías. Estos clubes resisten en base al trabajo de muy poquitos dirigentes y allegados, que quedan agotados. Con el tiempo se cansan y se van para la casa o arrancan a colaborar en la federación, hartos de aportar horas y dinero sin lograr hacer instituciones autosustentables.

La formación de los jugadores de 3 divisionales
La mayoría de los jugadores son formados en los 5 o 6 clubes de la costa, que foguean a sus sub-23 en los clubes del metro y tercera. Estos jugadores sub 23 generalmente han participado de selecciones nacionales y tienen un nivel muy superior al de los jugadores oriundos de segunda o tercera. Dada la reglamentación vigente, si uno no los incorpora, las posibilidades competitivas se ven muy reducidas, ya que la mayoría de los clubes si los incorpora. Si te la jugás por los oriundos y luego ganás 4 o 5 partidos, no te va a ver nadie, ni los parientes. Ya ha pasado.

La camiseta ya fue.
Cuando el torneo Metropolitano llega a instancias decisivas, los jugadores que vienen de los clubes de primera empiezan las pretemporadas en los mismos, llegando a jugar partidos clave de los play off, duros como una piedra.

Otro problema de esta estructura es que a fin de temporada, muchos de los jugadores se empiezan a cuidar las piernas, evitando lesiones que les compliquen su próximo contrato con un club de primera o tercera. A lo largo de la vida deportiva, los jugadores pasan por 10 o 15 clubes, transformándose en profesionales apátridas, que no pertenecen a ningún club en especial.

Todo esto, bastante feo de pensar y  asumir, se podría evitar si los jugadores de primera son unos, los de segunda otros y los de tercera otros. Si andan bien, podrían lograr un pase a una divisional superior, pero para la temporada siguiente. 

El descalce social y la expulsión de jóvenes
Los jugadores de veinte años de segunda y tercera, "expulsados" por el sistema actual, se van recalientes con sus clubes, porque entienden que los dirigentes prefieren jugadores que vienen de primera antes que promoverlos a ellos, que fueron "nacidos y criados" en el club. Es muy difícil de ver y entender,  que el nivel que existe en segunda es muy superior al que ellos tienen y en caso de armar un equipo solo con los oriundos, es casi seguro de que te comas una bolsa de 50 puntos por partido.


Poco podemos aportar a la formación de los ciudadanos a través del deporte, si el mensaje es: “cuando llegues a los 20 años te vas a tener que ir a la mierda, porque en tu club es imposible que juegues”. Este mensaje es el mismo que el Uruguay daba a sus jóvenes hasta hace muy poco tiempo, "si querés desarrollarte y crecer te tenés qe ir a otro país". Hoy en día, por suerte, la cosa cambió, y no solo los ciudadanos no se van, sino que vienen de otros países a buscar su felicidad aquí. Pasamos nuevamente de ser un país de emigrantes, a ser un país de inmigrantes.


¿De donde salen los cuadros dirigentes?
La mayoría son ex-jugadores de los clubes. Si los jovenes jugadores se van calientes porque entenden que el club no los promovió, es muy probable que en 15 o 20 años los clubes de segunda y tercera se queden sin dirigentes. 

Ya es difícil armar equipos de veteranos pues los jugadores actuales de más de 35 años, han jugado en 10 clubes y no pertenecen a ninguno. Esto se nota en los torneos de 35 y 40 años de la Unión de Veteranos de basquetbol, donde ha disminuido notoriamente la cantidad de equipos participantes y de los pocos que hay, varios que no representan a ningún club.

Cambiemos
Es absolutamente necesario cambiar la estructura actual de los torneos metropolitanos. Primera debe jugar simultáneamente con segunda y tercera. Es la única forma de agrandar la pirámide, de que los clubes puedan jugar con "sus" jugadores, de que estos se puedan seguir integrados a sus instituciones y proyectarse en un futuro como dirigentes. Además de hacer los torneos más competitivos, más parejos, donde lo económico no influya tanto, los clubes serán más viables y sostenibles en el tiempo, además de ser instrumentos sociales de educación, desarrollo y fortalecimiento de la sociedad.

Ojalá el básquetbol pueda aprovechar este momento de crecimiento del país y del ejemplo de la selección de futbol para revertir su decadencia internacional. 

Acá no vale echarle la culpa a la FUBB o la televisión, ya que la FUBB somos nosotros, los clubes que votamos  u omitimos votar, manteniendo esta estructura que nos ha empobrecido en los torneos internacionales, ha concentrado el basquetbol en unos pocos clubes y no colabora con el desarrollo social  y deportivo de la mayoría de las instituciones, que cada vez son menos y más chicas.

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Para recordar "cuando les íbamos a ganar": 
Los Olímpicos de Jaime Roos, grabado en 1997, 
año de nuestro último título sudamericano de basquetbol